28 ene 2011

Como un niño feliz en un espectáculo de Pinocho



Desde hace unos meses soy dueño de un i-pad. Es la cosa mejor que he comprado en mi vida. La mejor cosa para trabajar fuera, en los bares que me encantan, en las bibliotecas que son mis amigas.
Bueno, anoche descargué un programa que me permite de escuchar las radios de todo el mundo. Así mientras preparaba la cena puse una radio americana, de Nueva York que me deleitaba . La música era tan bonita, tan caliente, que en un determinando momento me puse a bailar, feliz de estar al mundo, y levantando los brazos por eso. Fue en este momento, en el cual mi cuarto sabia a Aretha Franklin, que detecté la mirada de mi pareja. Me observaba callado y sus ojos eran todavía más hermosos.
Baje los brazos y pregunté que pasaba.
“Mirate” me contestó. “Date cuenta de lo que estas haciendo bobo”.
Y fue así que me enteré que acababa de levantar los brazos al techo. Como un niño feliz en un espectáculo de Pinocho.

Hace un año (en el diciembre 2009) tuve un incidente que me causó la fractura del hombro derecho. No fue una simple fractura, fueron 4 fracturas consecutivas que me dejaron el hombro hecho polvo y que ademas me dañaron el tendón. Por dos meses no conseguí dormir por el dolor del tendón. Aunque todo el mundo intentó ayudarme el dolor no paraba. Luego me quedé con el brazo paralizado casi por completo. Que invierno negro amigos... y al mismo tiempo precioso, interesante y divertido. (porque en todo se puede encontrar algo interesante).
Por ejemplo ¿vosotros sabíais que nuestro sentido del equilibrio estaba relacionado a los hombros? Pues yo no lo sabia. Pero ahora sé que se siente a bajar una escalera con el miedo de caer (yo tenia la pinta de una vieja bailarina fracasada) . Así como no sabia que para quitarse una camiseta trabajan más de 10 músculos distintos y que es un movimiento casi más complejo que intentar comprender lo que está pasado en Italia ahora mismo.
Y recuerdo cuando conseguí volver a apretar un tenedor (que fuerte). O cuando conseguí poner la mano sobre una mesa. Y volver a escribir y a trabajar (que lo echaba de menos).
Luego la primera caricia, la primera cremallera abrochada hasta el cuello, la primera estrechada de manos, y así saliendo despacio de esta pesadilla muy cómica.
Desde hace unos días mi fisioterapeuta (¡la mejor del mundo por cierto!), me lo decía que me veía mucho mejor. Me decía: venga Antonino, que ya veo la fin de nuestra lucha. Que tu hombro tiene que olvidarse del pasado y volver a hacer lo que ya sabia hacer. Y efectivamente ya soy capaz de sentarme sobre un balón (enorme y ademas rosa) y abrir los brazos como un avión y pasear, con el balón bajo el culo y los brazos abiertos y los ojos cerrados (algo muy humillante pero por cierto muy útil).

Y anoche, bajo la mirada de mi amor, en un cuarto que sabia a Aretha Franklin, mis brazos, juntos, hermanitos, por fin, se levantaron al techo felices de la vida, como un niño en un espectáculo de Pinocho.

(Por quien me lo pregunta... pues si, en la foto soy yo en Londres -1973)

1 comentario:

  1. Me encanta Antonino, de verdad. Un besote gordo a tí, a tu hombre y a tu chico.
    Muack

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