Esta historia de la Pascua siempre la
he encontrado muy interesante.
Que me lo imagino allí Pedro y Jesús hablando a solas junto al fuego sobre los últimos
acontecimientos. Imagino el Pedro agobiado que confiesa que teme que
pillen a su maestro y lo procesen y al final lo maten. Que lo
romanos hacen estas cosa ¿sabes Maestro? Pero Jesús le dice que
no hay que preocuparse, que todo está programado. Que es cierto, que
tiene razón, que así irán las cosas, que lo matarán, sí, y que
pero él volverá . Y me lo imagino Pedro, hombre barbudo con
ojos lindos, escuchar, asentir con la cabeza, medio iluminada por la
llama del hogar, y luego contestar: venga Maestro eso ya lo sé, tú
hablas a través de metáforas. Y eso es precioso, como todas tus metáforas.
Pero la vida no es un metáfora ¿sabes? Y tampoco la injusticias
contra las que luchamos.
Y ya sabemos que contestó el maestro,
este Jesús de pelo largo y rubio (así dicen) y muy seguro de si
mismo (a lo mejor un poco presumido): que él no hablaba a través de metáforas, en absoluto, que él habría vuelto de verdad, que tal
vez cerrará los ojos, puede ser, y estirará la pata unos cuantos días, es
posible, y que pero volverá en carne y huesos, es cierto. Que no pueden
matarlo. Y eso es todo.
Y entonces me imagino Pedro
callarse. Estoy seguro que se calló y se quedó cuidando las llamas
del hogar un poco avergonzado de si mismo. Es ese Pedro que siempre
me ha interesado...
Y pasaron los días y efectivamente
los romanos pillaron a su maestro y lo procesaron y al final lo
mataron. Así tal como se dice. Y hubo violencia y lagrimas y sangre, como
ocurre siempre en estos casos (que Jesús no ha sido el primero y
tampoco el último). Y el dolor fue tanto que casi Pedro se había
olvidado de las palabras de su maestro.
Pero Jesús es Jesús, es el
Todopoderoso (o está emparentado con él), y después de tres días,
hizo lo que había prometido y abrió los ojos, se incorporó, quitó
la piedra que tapaba la tumba y salió. Solo que lo hizo de noche, en
un momento en el cual nadie estaba mirando. Pues sí, hay unas
personas que lo ven, pero son pocas. Pues sí, la tumba se quedó
vacía, pero una tumba se puede vaciar de muchos modos.
Y es en este momento que para mi la
Pascua se hace verdaderamente interesante. Cuando Pedro corre en
busca de su maestro y me imagino todo lo que le pasa por la mente a
este pobre hombre. Que está por las nubes Pedro, está
entusiasta, vamos, está flipando, porque piensa que las injusticias
han terminado (por fin). Piensa que se irá por la calle con su
maestro, que ya solo hace falta entrar en la ciudad junto a él y
que la gente lo vea vivo, nuevamente vivo, para que los reyes
pierdan en un solo golpe todas sus coronas. Y todo este poder, que
nos ha explotado, ya no cuajará jamas. Y el pueblo romperá en
carcajadas bajo los palacios de los señoritos y se reirá de su
dinero y de su estúpida opulencia que ya no tendrá ningún sentido.
Todo esto piensa Pedro mientras corre hacia su maestro resurgido.
Piensa que el pueblo ha ganado. ¡Eso! Sencillamente han ganado.
Pero, cuando Pedro halla a Jesús, él
le dice que no. Le dice que no entrará con él en la ciudad, y
tampoco se pondrá al centro de una plaza para que todo el pueblo
pueda verlo o hará un discurso o estrechará manos. Aunque la
victoria de todas sus luchas está allí, a un paso, aunque han
armado todo este lío, aunque solo haría falta que lo vieran vivo
para que el mismísimo Emperador Romano se cayera de su trono
tembloroso de miedo, Jesús le dice que no, que se va al padre .
Y es esto de la Pascua lo que me parece más interesante: la cara del pobre Pedro, hombre de pueblo,
pescador, la cara que piensa en su victoria esfumada sin intender.
Le dice que volverá, que hay que
portarse bien y volverá... mientras tanto, eso si, los reyes
mandarán en su nombre.