31 ene 2011

Como El Vagabundo en las pelis de Charlie Chaplin (Necesitamos hacer una mamada ¿hay una cabina libre?)




Mi pareja tiene la característica de tomar con tranquilidad todas la putadas que la vida trae ensimisma. “Bueno...no pasa nada” dice cuando pasa algo. A lo mejor se frota la cabeza, se encoge de hombros, saca una sonrisa amarga y luego sigue por su camino. Mi pareja tiene la característica de tomar con tranquilidad todas la putadas que la vida trae, también cuando la putada... soy yo.
Este finde, se paseaba juntos por una Madrid helada. La gente ya era solo abrigos por la calle (vi un chico con una bufanda tan ancha y un chaquetón tan inflado que parecía Robocop en busca de una cerveza). Estábamos discutiendo sombre un asunto muy importante. Una medida, una decisión, que él tenia que tomar. Un cambio de rumbo crucial en su vida. Ohhh en esos asuntos yo soy muy locuaz. No paraba de animarlo. De decirle que si, que tenia que hacerlo, de dejar el miedo y hacerlo, que era una buena idea. El me escuchaba y de vez en cuando me miraba con ojos agradecidos y me dejaba un beso suave en la mejilla.
Me gusta sentirme útil, sentir que puedo hacer algo, algo concreto. Decir sencillamente: estoy aquí.
Es en estos momentos, pero, que casi siempre acabo tirando todo por la ventana. Como El Vagabundo en las pelis de Charlie Chaplin.
Bueno, al final lo convencí.
“Vamos a llamar ahora mismo” me dijo resuelto.
Porque todo tenia que empezar con una llamada, una llamada al extranjero.
“Hay un locutorio aquí a lado” siguió. “Ademas me conocen. A ver si me trae buena suerte”.
“Venga” contesté feliz.
Y pusimos rumbo al locutorio.
Entramos cogidos del brazo. Yo me sentía orgulloso como un rey que traía su reina a la coronación. El locutorio era bonito de verdad. Detrás del mostrador, lleno de caramelos y patadas fritas, estaba una chilenita simpática que nos dio la bienvenida con una sonrisa encantadora. Un muchacho chateaba en una pagina de contactos y una estufa encendida, en el centro del locutorio, iba calentando el aire.
“Muy buenas” dije entrando a lado de mi pareja “necesitamos hacer una mamada ¿hay una cabina libre?”
Por cierto yo no me di cuenta de lo que había dicho. Hice caso que la sonrisa de la chilentita se había apagado, que el muchacho se había dado la vuelta muy (¡demasiado!) interesado y que mi chico había empezando a apretarme el antebrazo en una forma muy rara (come decir... llena de dolor) pero todavía yo seguía siendo hombre entre los hombres, hombre feliz, satisfecho, vamos ¡orgulloso de mi mismo!
Como el vagabundo, con su traje medio elegante, que al principio de todas su travesuras casi se olvida de quien es, de donde llega, de lo que le espera. Y aunque todo indica que es un vagabundo fracasado, él es optimista. Pues si: optimista. Porque no se ha rendido.
“Vamos ¿verdad?” me susurró mi pobre pareja.
“¿Por qué?”.
“Luego te lo explico...” su voz tenia todo el cariño resignado de un verdadero héroe “Pero es mejor salir ahora, ¿vale?”
La mirada de la chilenita había descolorido en algo agresivo.
Fue come uno tsunami (el tsunami imparable de la Karmela Marchante): de repente, tomé consciencia de lo sucedido.
Murmuré un italianisimo: “cazzo”.
“Eso es, eso es” fue el comentario de mi chico.
Disculpa querido Cervantes, disculpa por mi existencia, por mi celebro, por mi pico de mierda. Soy yo, soy siempre yo, lo que comentó a un amiga italiana, después de un viaje a París que allí se encontraban helados al gusto aftershave (en lugar de decir after eight), soy yo, siempre yo quien pedí un bocadillo de polla (en lugar de un bocadillo de pollo), soy yo quien a diario traiciona a quien lo quiere porque no se da cuenta de lo que hace.
Salimos humillados bajo un cielo plomizo. Por la calle, fría, casi había olvidado como se caminaba.
“Disculpa querido es que...” intenté explicar.
“Bueno...no pasa nada” dijo mi pareja encogiendose de hombros con una sonrisa amarga
“Los idiomas... ya sabes. Si quieres vuelvo dentro y intento explicarlo
Noooooooo... olvidalo”.
Y nos alejamos del locutorio (y de vosotros)... como el final de una peli del vagabundo.
(pero algo en mi celebro se preguntaba si por fin el Robocop había encontrado su cerveza, claro señal que aún... ¡no me he rendido!).


2 comentarios:

  1. Chico, míralo por el lado positivo, si hubiera habido cabina, la chilenita hubiera sido más dispuesta os habríais llevado "un dos por uno", habrá que seguir intentándolo
    Muy bueno Antonino.

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  2. Siempre te quedará "Parir", perdón ,perdón "París".
    Tampoco me rindo ¡¡¡
    Genial Sig. Pingue .

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