Yo he escrito a lo largo de mi vida muchas cartas de amor
pero me he dado cuenta que hasta hoy nunca te he escrito una carta a ti, mi
amor. Tal vez esto no esté bien.
He escrito cartas de amor por muchos motivos y bajo muchas circunstancias.
Por felicidad, por recuerdo, para ganarme una sonrisa, incluso he escrito
cartas de amor por morbo y por necesitad. Algunas de estas cartas iban
dirigidas a personas que me querían pero también he escrito cartas de amor a
personas que no me querían o que me querían pero que tenían miedo a quererme (y
todo el rollo que esto conlleva). Una vez escribí una carta de amor por encargo
y cuando el amigo que me la había encargado la leyó me dijo que le gustaba pero que, exactamente por el hecho de que era buena (me lo
dijo levantando un dedo), me consideraba peligroso.
No sé dónde he aprendido a escribir cartas de amor, tal vez
lo aprendí en el mismo momento en el que decidí que tenía que elegir y hablar solo
de un detalle. Un detalle que ni siquiera el destinatario conocía o que solo
sospechaba de conocer y que tenía por eso bien guardado en el armario. Y ese detalle yo lo
adornaba, y me ponía a jugar con él. Y a
veces lo exageraba, lo admito (hasta inventándomelo),
pero siempre utilizando con cuidado (con ese cuidado, pulcro y acicalado, proprio
del amor que escribe), palabras bien experimentadas
y que había aprendido estando bien cerca
de su piel y de su boca (que ya me sonríe tomada por sorpresa, medio desprevenida y medio feliz de haber sido
reconocida).
Sin embargo es cierto, mi amor, a ti nunca te escribí unas de estas cartas y
tal vez esto no esté bien.
He escrito cartas de amor con la precisa intención de hacer
llorar (eso también lo admito). He escrito cartas de amor intentando que no se
me olvidase (y no siempre lo he conseguido). A veces he escrito cartas de amor
solo porque se me abriera una puerta. Recuerdo
que hace muchos años escribí una carta de amor sobre un culo y su modo de andar,
sosteniendo que ese culo poseía una gramática más sincera y más compleja que su mismo dueño (pero fue
el dueño el que finalmente me contestó).
Como te decía, he escrito muchísimas cartas de amor y muchas
eran alegres o pretendían serlo. Pero acabo de darme cuenta que en realidad, en
el fondo, cuando me ponía a escribir era siempre porque algo me faltaba. Tal
vez ese silencio feliz que no necesita palabras, que no necesita arreglo. Y
entonces intentaba, lleno de ilusión, de cambiar las cosas, entrelazando
pequeños detalles para que se me viera (aunque solo por pocas líneas).
En fin, aquí tienes tu primera carta de amor, mi amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario